La Neolengua política.


La Neolengua política.

“Pervierte el lenguaje y pervertirá las ideas, pervierte las ideas y pervertirá las concepción del mundo de tus súbditos”.
Fabián Barrios.

Las personas que compartimos un mismo grupo racial u origen, estamos expuestos a comportarnos de manera muy semejante porque la gente que cohabitan a nuestro alrededor compartimos un sustrato común. Los occidentales, por ejemplo, tienen una historia detrás, que parte desde la civilización griega y que ha sido modelada por el imperio romano, el surgimiento estético e intelectual del renacimiento, entre otros. Durante siglos, aunque por la disgregación de los humanos por el planeta, desde el Mediterráneo hasta Alaska y de que ese desplazamiento los haya hecho vivir actualmente en lugares tan dispares, compartimos un sustrato ideológico muy semejante.

Las culturas del valle del Indostán, crecieron del repunte de civilizaciones que bebieron de las cuencas del Ganges y que luego se subdividieron en reinos separados por el desierto, pero con una religión común que favoreció el comercio, el intercambio de conocimientos y surgieron culturas que permanecieron por muchos siglos hasta el repunte del islam. El islam mismo tiene una base primitiva de tribus nómadas que han propiciado un idioma semejante, una series de creencias y un sentido de la hospitalidad único en el mundo, porque en sus orígenes, dependían mucho de la colaboración de sus semejantes y en muchas ocasiones no se podía subsistir sin la colaboración del vecino.

De ahí que las experiencias con las lenguas, a pesar de que lo que distingue una de otra es el vocabulario, los idiomas vecinos se configuran de manera muy parecida. De hecho las lenguas romances y sus divisiones, que tienen sus orígenes en el latín vulgar, comparten con ligeras diferencias los mismos alfabetos. Se diferencian uno de otro, por la forma en que se unen para formar sonido distintos, pero con una idea común. Aunque estas diferencias de sonidos a veces no nos hagan llegar bien con nuestros vecinos, al final, los vínculos comunes señalados al principio, prevalecen entre esas culturas que comparten ese sustrato común. Sin embargo, en la medida que nos alejamos de nuestro entorno físico e histórico, descubrimos que hay lenguajes que difieren no solo en el vocabulario, sino también en conceptos básicos para nosotros, como por ejemplo: temporalidad, clusividad o direccionalidad, entre otras cosas, que señalo adelante.

A mediados de los años 50 se formuló la hipótesis de Sapir Whorf. Esta hipótesis dice que el idioma que hablamos, con sus estructuras gramaticales, vocabulario y peculiaridades influye de forma directa en nuestra forma de pensar y actuar e incluso de la percepción que tenemos del mundo. Es evidente que el lenguaje que usamos es solo uno de los elementos que usamos para modelar quienes somos, porque existen otros vectores muy poderosos como: la situación económica en la que hemos crecido, el régimen político, los acontecimientos históricos vividos o la religión a la que nos hallamos expuestos e incluso las condiciones del terreno y el clima. Sin embargo, el idioma que expresamos está soldado a fuego a nuestro cerebro y es la herramienta fundamental que la mente emplea para dar forma a nuestra realidad.

Un ejemplo muy común es que los occidentales y más cercano, el dominicano, ubicarse por los puntos cardinales y más cuando se está en un espacio cerrado resulta prácticamente imposible, pero algunas tribus Australianas usan lenguajes que no conocen los términos derecha/izquierda o delante/detrás y únicamente emplean los términos cardinales norte/sur, este/oeste, de modo que una indicación de ruta no sería nunca a la derecha o izquierda, delante o detrás, sino norte/sur, este/oeste. El dominicano entiende poco la cardinalidad para orientarse, pocos conocen los puntos cardinales y es una realidad que para orientarse es mejor método debido a que el concepto, derecho o izquierda es relativo a la dirección en que te encuentres.  Las tribus Australianas necesitan de la cardinalidad para orientarse porque al vivir en el desierto no disponen de referencia cercana para orientarse. 

Hay que entender el lenguaje más allá de lo aprendido, porque las limitaciones o ventajas que tiene tu idioma y que han impreso en tu cerebro están jugando a tu favor o en tu contra. Es evidente, por ejemplo, que el Español, es un idioma rico en cultura literaria, pero pobre en ciencia. Por eso, España, es la cenicienta de Europa, y todas las naciones conquistadas por ellos, son pobres en ciencia y tecnología, igual en organización, porque el lenguaje  da forma a nuestra idea de concebir nuestro mundo. Aunque, en África existen sociedades que no hablan el Español, cuyo nivel de crecimiento es negativo, entiendo que se debe a la explotación, precisamente de quienes les impusieron su idioma.

La lengua nos limita o nos expande el conocimiento. En la medida que conocemos una distinta o a plenitud la propia. avanzamos como persona o como especie.

Existen dos formas de conseguir que la gente acepte incluso las cosas más inverosímiles que se desea, uno es el uso de la fuerza y el otro es la persuasión. Es seguro que el sistema, tarde o temprano se irá por el defecadero, entonces cuando la logicidad y lo razonable nos sean conceptos extraños, la fuerza terminará entonces apareciendo de nuevo, como la única forma de coerción de la masa ignorante, sin embargo yo tengo la certeza, de que hoy día se está empleando una forma virulenta, brutal, pero sutil para coercionar a la población, empleando incluso los métodos más dictatoriales. Se trata de pervertir el lenguaje, en concreto, la adopción de la neolengua política.

Para persuadir es necesario el lenguaje adecuado que suavice las verdaderas consecuencias de las medidas a tomar, o la radicalidad de las ideas que se pretenden transmitir. En definitiva, el modo más sutil y más eficaz de persuadir es pervertir el lenguaje. Prostituirlo. El objetivo de la neolengua política no es crear un nuevo medio de expresión, sino de establecer un canal ideológico, con las características propias de la teoría de Joseph Goebbels, porque la política sabe perfectamente, que pensamos con el lenguaje y que esta es la herramienta más poderosa que existe para doblegar las ideas. Pervierte el lenguaje y pervertirá las ideas, pervierte las ideas y pervertirá la concepción del mundo de tus súbditos. Un ejemplo de esto, es el adoptado por los países alineados a la agenda migratoria globalista, dejaron de emplear hace mucho el término “inmigrante”, y lo cambiaron por el término “migrante”, esto pareciera ser un cambio insignificante, pero, en la idea de la gente, el término inmigrante se refiere a una persona que, producto de una situación caótica de su país, se va  de su territorio a otro, regularmente ilegal, a demandar los servicios y oportunidades que su país de origen no le provee. Por el contrario el término migrante representa a una persona que va a hacer turismo y de paso por la nación que visita. Así mismo, en el caso actual, que el gobierno necesita colectar más ingresos a través de impuestos y gravámenes directos a la población que produce, le llama reforma a los aumentos de las obligaciones impositivas. para que esto no sea tan chocante para la población, y así entonces le llama reformas. El término reforma tiene un significado positivo, y con esto se consigue modificar el discurso e influir positivamente en el receptor, no es tan chocante, incluso se puede ver como algo positivo. En verdad sería positivo si se rebajara el ITBIS y se quitaran todas las exenciones a los empresarios y fuera una verdadera reforma y no un incremento en la presión tributaria.

Otra creación de la neolengua política, es el uso de “coopago”, en realidad debería ser doble pago, porque paga la primera vez por un servicio médico, cuando cada mes la seguridad social te “roba” para dárselo a la ARS y AFP manejada por los mismos empresarios que reciben las exenciones, y luego debe pagar por el mismo servicio cuando va al médico por algún tema de salud.  

Quizás uno de los más aberrantes y espectaculares usos de la neolengua actual, es la proliferación de los términos “ciudadanas” y “ciudadanos”, “trabajadores” y “trabajadoras”, “miembros” y “miembras”, “millones” y “millonas”, y otros grupos de disparates que golpean el discurso político actual. En teoría, el uso de este lenguaje, es para ser inclusivo, es decir porque pondría por el igual el valor de la mujer y del hombre, pero si se analizara lógicamente, esto resulta una contrariedad con el significado semántico del término “inclusivo”, el cual se refiere a una cosa que está implícita en ella, no discriminada de las demás, es decir cuando empleamos términos en lo que está incluido el todo, entonces, estamos usando lenguaje inclusivo, como por ejemplo: especie humana, ciudadanos, gentes. pueblo, son términos inclusivos porque incluye a toda las especies en ellos.

El concepto de “muchos y muchas”, “portavoces y portavozas” y demás aberraciones, tiene una raíz ideológica mucho más profunda, refuerza con una simple finta lingüística, todo un ideario complejo que nos están metiendo por boca y nariz, con cada sílaba de más que sale por la boca se estos estúpidos progresistas radicales.

Cada “ciudadano y ciudadana” que se escucha en cada discurso político, no es otra cosa  que una exaltación más de las políticas feministas hegemónicas, pensada precisamente y fundamentalmente en dos cosas: las mujeres son mayoría en número y; les gustan que las allanten. El hecho que sea prácticamente obligatorio, el uso de este lenguaje distorsionado, garantíza el asentamiento y la perpetuación de este ideario feminista. El fin último de un político al decir “miembros y miembras”, no es luchar por la igualdad, si quisiera ser inclusivo en verdad, trabajaría para contribuir a consolidar la independencia económica de la mujer, cuando la mujer logre su independencia económica, será igual al hombre, así como la igualdad se impone en los países con similares económias, aunque no se le quiera incluir en ningún discurso. El cambio de una sílaba en un término solo contribuye a alimentar el ego de los idiotas.

Esto es básicamente, porque que la recurrencia constante, según la teoría de Goebbels, del uso de la neolengua, termina por dar validez a la neolengua. Terminan por dar validez a estos términos distorsionados del lenguaje. Validan las ideas que vienen detrás.

Ningún partido político está a salvo del uso torticero de la lengua para convencer la masa ignorante, solo que unos son más radicales que otros.  En temas especialmente controvertidos, el empleo de neolenguas es quizás menos sutil, pero basta con hacer un pequeño esfuerzo de atención para descubrirlo al vuelo. Por ejemplo, los grupos proabortistas, jamás llamarán madre a una mujer que quiera abortar, dirán que es una gestante, porque la presencia de la palabra madre, indica la presencia de un hijo.  Del mismo modo, jamás llamarán a un futuro bebé, por ese nombre, sino, grupo de célula o el contenido del útero, con el objetivo de cosificar o invisibilizar al feto. Igualmente los grupos contra abortos, jamás llamarán gestante a lo que ellos dicen que es una madre y nunca reconoceran que el feto es un conjunto de células. Para ellos es un bebé, un hijo, un retoño, un humano, aunque todavía se encuentre en los testículos del padre. Usarán cualquier concepto para humanizar ese conjunto de células alojados en el útero de la madre gestante.

Las palabras tienen casi siempre una carga emocional muy poderosa, y la neolengua política emplea esa carga con rigurosidad e intención siempre que puede, porque dotando de esa carga emocional ciertas palabras, se consigue, que el hecho de opinar distinto, te conviertas en una persona despreciable. Si discute los disparates de la ideología de género, será tildado de transfóbico o misógino, si criticas cualquier cosa, buscarán un término para ponerte como el más inhumanos de los humanos, solo porque disiente de ellos. 

Hay un esfuerzo monumental para evitar que se disienta o evitar las contrarias, por eso no se escucha en la boca de ningun político hablar de cristianofobia, o la misandria, a pesar de que son figuras tan adyectas, como la misóginia y la islamlfobia. El empleo  de la neolengua, permite además, presentar como radicales aquellos que discrepan, pero negando que ellos sean radicales. Cada día oímos políticos de izquierda alentar sobre la ultraderecha, de igual manera que los medios de la izquierda, casi todos, hablan de los ultracatólicos, pero nunca de los ultraateos o ultramusulmanes o afirman que hay ultraconservador, pero nunca han hablado del ultraprogresista o ultracomunista, en fin siempre buscarán un concepto de neolengua política para referirse a cuestiones, que pretenden suavizar con términos pero que al final lo que van a hacerte es una colonoscopia. Si no quieren decir capitalistas, dirán economía de mercados, si no quieren decir países pobres, dirán países en vías de desarrollo, las personas pobres son de bajos recursos, a los trabajos miserables le llamarán empleo informal, a la migración forzada le dirán movilidad exterior y a la resección le dirán crecimiento negativo. 

En consecuencia, la sugerencia es que, jamás, nunca, escuche a un político de ningún partido, diga lo que diga, hable lo que hable, ninguno, porque no se salva nadie, todos son iguales.

La neolengua es un concepto introducido por Orwell en su novela 1984. Era la herramienta que utilizaba el estado opresor de Oceanía, para reducir la capacidad intelectual de sus ciudadanos, reduciendo a su vez el número de palabras que tenía el idioma que hablaban. Básicamente, lo que hace X y lo que hace el sistema educativo formal, que evita la capacidad de argumentación y la discusión de las ideas, incluyendo los niveles superiores.

En el plan que se ha urdido,  y que sido diseñado para volvernos totalmente manipulables, sin capacidad mínima alguna, para refutar nada, en el epicentro, está el sistema educativo, incluyendo los maestros, quienes ya han sido formados por el propio sistema, y donde la estupidez se acentúa de una manera espantosa.

Finalmente, algunos podrán encontrar que estos conceptos  parten de un sujeto narcisista,creído o pedante, quizás tengan razón y podrían también encontrar un contraargumento válido para todo lo que he expuesto, puedo escucharlo, pero cualquier intento de hacer valer una irracionalidad fundamentada en el argumento de que los nuevos tiempos obligan al cambio y en los derechos igualitarios de la gente, no pasaré de escucharlo, porque es también mi obligación. Si en realidad alguien me acusa se pedante, claro que lo soy y me jacto  de ello, de mis adverbios pentasílabos, de mis cadencias se adjetivos y de la enorme cantidad de palabras que he aprendido en las olvidadas noches de los tiempos que empleo en leer y de crearme mi propias ideas y conceptos de ello, porque las palabras modelan mi capacidad de comprender el mundo en que vivo y de rechazar los conceptos aberrantes de la neolengua política de hoy. Cuantas más palabras empleo, más extensas serán las fuentes de aquello que conozco.

Podrán arrebatarme todo, pero jamás podrán arrebatarme, las palabras que he aprendido, con las que puedo construir mis propias ideas para mejorar mi mundo y los argumentos con los que puedo explicarlas.

Con la colaboración no concentida de Fabián Barrios.

Opaito.

“Pervierte el lenguaje y pervertirá las ideas, pervierte las ideas y pervertirá las concepción del mundo de tus súbditos”.

Fabián Barrios.


Las personas que compartimos un mismo grupo racial u origen, estamos expuestos a comportarnos de manera muy semejante porque la gente que cohabitan a nuestro alrededor compartimos un sustrato común. Los occidentales, por ejemplo, tienen una historia detrás, que parte desde la civilización griega y que ha sido modelada por el imperio romano, el surgimiento estético e intelectual del renacimiento, entre otros. Durante siglos, aunque por la disgregación de los humanos por el planeta, desde el Mediterráneo hasta Alaska y de que ese desplazamiento los haya hecho vivir actualmente en lugares tan dispares, compartimos un sustrato ideológico muy semejante.


Las culturas del valle del Indostán, crecieron del repunte de civilizaciones que bebieron de las cuencas del Ganges y que luego se subdividieron en reinos separados por el desierto, pero con una religión común que favoreció el comercio, el intercambio de conocimientos y surgieron culturas que permanecieron por muchos siglos hasta el repunte del islam. El islam mismo tiene una base primitiva de tribus nómadas que han propiciado un idioma semejante, una series de creencias y un sentido de la hospitalidad único en el mundo, porque en sus orígenes, dependían mucho de la colaboración de sus semejantes y en muchas ocasiones no se podía subsistir sin la colaboración del vecino.


De ahí que las experiencias con las lenguas, a pesar de que lo que distingue una de otra es el vocabulario, los idiomas vecinos se configuran de manera muy parecida. De hecho las lenguas romances y sus divisiones, que tienen sus orígenes en el latín vulgar, comparten con ligeras diferencias los mismos alfabetos. Se diferencian uno de otro, por la forma en que se unen para formar sonido distintos, pero con una idea común. Aunque estas diferencias de sonidos a veces no nos hagan llegar bien con nuestros vecinos, al final, los vínculos comunes señalados al principio, prevalecen entre esas culturas que comparten ese sustrato común. Sin embargo, en la medida que nos alejamos de nuestro entorno físico e histórico, descubrimos que hay lenguajes que difieren no solo en el vocabulario, sino también en conceptos básicos para nosotros, como por ejemplo: temporalidad, clusividad o direccionalidad, entre otras cosas, que señalo adelante.


A mediados de los años 50 se formuló la hipótesis de Sapir Whorf. Esta hipótesis dice que el idioma que hablamos, con sus estructuras gramaticales, vocabulario y peculiaridades influye de forma directa en nuestra forma de pensar y actuar e incluso de la percepción que tenemos del mundo. Es evidente que el lenguaje que usamos es solo uno de los elementos que usamos para modelar quienes somos, porque existen otros vectores muy poderosos como: la situación económica en la que hemos crecido, el régimen político, los acontecimientos históricos vividos o la religión a la que nos hallamos expuestos e incluso las condiciones del terreno y el clima. Sin embargo, el idioma que expresamos está soldado a fuego a nuestro cerebro y es la herramienta fundamental que la mente emplea para dar forma a nuestra realidad.


Un ejemplo muy común es que los occidentales y más cercano, el dominicano, ubicarse por los puntos cardinales y más cuando se está en un espacio cerrado resulta prácticamente imposible, pero algunas tribus Australianas usan lenguajes que no conocen los términos derecha/izquierda o delante/detrás y únicamente emplean los términos cardinales norte/sur, este/oeste, de modo que una indicación de ruta no sería nunca a la derecha o izquierda, delante o detrás, sino norte/sur, este/oeste. El dominicano entiende poco la cardinalidad para orientarse, pocos conocen los puntos cardinales y es una realidad que para orientarse es mejor método debido a que el concepto, derecho o izquierda es relativo a la dirección en que te encuentres.  Las tribus Australianas necesitan de la cardinalidad para orientarse porque al vivir en el desierto no disponen de referencia cercana para orientarse. 


Hay que entender el lenguaje más allá de lo aprendido, porque las limitaciones o ventajas que tiene tu idioma y que han impreso en tu cerebro están jugando a tu favor o en tu contra. Es evidente, por ejemplo, que el Español, es un idioma rico en cultura literaria, pero pobre en ciencia. Por eso, España, es la cenicienta de Europa, y todas las naciones conquistadas por ellos, son pobres en ciencia y tecnología, igual en organización, porque el lenguaje  da forma a nuestra idea de concebir nuestro mundo. Aunque, en África existen sociedades que no hablan el Español, cuyo nivel de crecimiento es negativo, entiendo que se debe a la explotación, precisamente de quienes les impusieron su idioma.


La lengua nos limita o nos expande el conocimiento. En la medida que conocemos una distinta o a plenitud la propia. avanzamos como persona o como especie.


Existen dos formas de conseguir que la gente acepte incluso las cosas más inverosímiles que se desea, uno es el uso de la fuerza y el otro es la persuasión. Es seguro que el sistema, tarde o temprano se irá por el defecadero, entonces cuando la logicidad y lo razonable nos sean conceptos extraños, la fuerza terminará entonces apareciendo de nuevo, como la única forma de coerción de la masa ignorante, sin embargo yo tengo la certeza, de que hoy día se está empleando una forma virulenta, brutal, pero sutil para coercionar a la población, empleando incluso los métodos más dictatoriales. Se trata de pervertir el lenguaje, en concreto, la adopción de la neolengua política.


Para persuadir es necesario el lenguaje adecuado que suavice las verdaderas consecuencias de las medidas a tomar, o la radicalidad de las ideas que se pretenden transmitir. En definitiva, el modo más sutil y más eficaz de persuadir es pervertir el lenguaje. Prostituirlo. El objetivo de la neolengua política no es crear un nuevo medio de expresión, sino de establecer un canal ideológico, con las características propias de la teoría de Joseph Goebbels, porque la política sabe perfectamente, que pensamos con el lenguaje y que esta es la herramienta más poderosa que existe para doblegar las ideas. Pervierte el lenguaje y pervertirá las ideas, pervierte las ideas y pervertirá la concepción del mundo de tus súbditos. Un ejemplo de esto, es el adoptado por los países alineados a la agenda migratoria globalista, dejaron de emplear hace mucho el término “inmigrante”, y lo cambiaron por el término “migrante”, esto pareciera ser un cambio insignificante, pero, en la idea de la gente, el término inmigrante se refiere a una persona que, producto de una situación caótica de su país, se va  de su territorio a otro, regularmente ilegal, a demandar los servicios y oportunidades que su país de origen no le provee. Por el contrario el término migrante representa a una persona que va a hacer turismo y de paso por la nación que visita. Así mismo, en el caso actual, que el gobierno necesita colectar más ingresos a través de impuestos y gravámenes directos a la población que produce, le llama reforma a los aumentos de las obligaciones impositivas. para que esto no sea tan chocante para la población, y así entonces le llama reformas. El término reforma tiene un significado positivo, y con esto se consigue modificar el discurso e influir positivamente en el receptor, no es tan chocante, incluso se puede ver como algo positivo. En verdad sería positivo si se rebajara el ITBIS y se quitaran todas las exenciones a los empresarios y fuera una verdadera reforma y no un incremento en la presión tributaria.


Otra creación de la neolengua política, es el uso de “coopago”, en realidad debería ser doble pago, porque paga la primera vez por un servicio médico, cuando cada mes la seguridad social te “roba” para dárselo a la ARS y AFP manejada por los mismos empresarios que reciben las exenciones, y luego debe pagar por el mismo servicio cuando va al médico por algún tema de salud.  


Quizás uno de los más aberrantes y espectaculares usos de la neolengua actual, es la proliferación de los términos “ciudadanas” y “ciudadanos”, “trabajadores” y “trabajadoras”, “miembros” y “miembras”, “millones” y “millonas”, y otros grupos de disparates que golpean el discurso político actual. En teoría, el uso de este lenguaje, es para ser inclusivo, es decir porque pondría por el igual el valor de la mujer y del hombre, pero si se analizara lógicamente, esto resulta una contrariedad con el significado semántico del término “inclusivo”, el cual se refiere a una cosa que está implícita en ella, no discriminada de las demás, es decir cuando empleamos términos en lo que está incluido el todo, entonces, estamos usando lenguaje inclusivo, como por ejemplo: especie humana, ciudadanos, gentes. pueblo, son términos inclusivos porque incluye a toda las especies en ellos.


El concepto de “muchos y muchas”, “portavoces y portavozas” y demás aberraciones, tiene una raíz ideológica mucho más profunda, refuerza con una simple finta lingüística, todo un ideario complejo que nos están metiendo por boca y nariz, con cada sílaba de más que sale por la boca se estos estúpidos progresistas radicales.


Cada “ciudadano y ciudadana” que se escucha en cada discurso político, no es otra cosa  que una exaltación más de las políticas feministas hegemónicas, pensada precisamente y fundamentalmente en dos cosas: las mujeres son mayoría en número y; les gustan que las allanten. El hecho que sea prácticamente obligatorio, el uso de este lenguaje distorsionado, garantíza el asentamiento y la perpetuación de este ideario feminista. El fin último de un político al decir “miembros y miembras”, no es luchar por la igualdad, si quisiera ser inclusivo en verdad, trabajaría para contribuir a consolidar la independencia económica de la mujer, cuando la mujer logre su independencia económica, será igual al hombre, así como la igualdad se impone en los países con similares económias, aunque no se le quiera incluir en ningún discurso. El cambio de una sílaba en un término solo contribuye a alimentar el ego de los idiotas.


Esto es básicamente, porque que la recurrencia constante, según la teoría de Goebbels, del uso de la neolengua, termina por dar validez a la neolengua. Terminan por dar validez a estos términos distorsionados del lenguaje. Validan las ideas que vienen detrás.


Ningún partido político está a salvo del uso torticero de la lengua para convencer la masa ignorante, solo que unos son más radicales que otros.  En temas especialmente controvertidos, el empleo de neolenguas es quizás menos sutil, pero basta con hacer un pequeño esfuerzo de atención para descubrirlo al vuelo. Por ejemplo, los grupos proabortistas, jamás llamarán madre a una mujer que quiera abortar, dirán que es una gestante, porque la presencia de la palabra madre, indica la presencia de un hijo.  Del mismo modo, jamás llamarán a un futuro bebé, por ese nombre, sino, grupo de célula o el contenido del útero, con el objetivo de cosificar o invisibilizar al feto. Igualmente los grupos contra abortos, jamás llamarán gestante a lo que ellos dicen que es una madre y nunca reconoceran que el feto es un conjunto de células. Para ellos es un bebé, un hijo, un retoño, un humano, aunque todavía se encuentre en los testículos del padre. Usarán cualquier concepto para humanizar ese conjunto de células alojados en el útero de la madre gestante.


Las palabras tienen casi siempre una carga emocional muy poderosa, y la neolengua política emplea esa carga con rigurosidad e intención siempre que puede, porque dotando de esa carga emocional ciertas palabras, se consigue, que el hecho de opinar distinto, te conviertas en una persona despreciable. Si discute los disparates de la ideología de género, será tildado de transfóbico o misógino, si criticas cualquier cosa, buscarán un término para ponerte como el más inhumanos de los humanos, solo porque disiente de ellos. 


Hay un esfuerzo monumental para evitar que se disienta o evitar las contrarias, por eso no se escucha en la boca de ningun político hablar de cristianofobia, o la misandria, a pesar de que son figuras tan adyectas, como la misóginia y la islamlfobia. El empleo  de la neolengua, permite además, presentar como radicales aquellos que discrepan, pero negando que ellos sean radicales. Cada día oímos políticos de izquierda alentar sobre la ultraderecha, de igual manera que los medios de la izquierda, casi todos, hablan de los ultracatólicos, pero nunca de los ultraateos o ultramusulmanes o afirman que hay ultraconservador, pero nunca han hablado del ultraprogresista o ultracomunista, en fin siempre buscarán un concepto de neolengua política para referirse a cuestiones, que pretenden suavizar con términos pero que al final lo que van a hacerte es una colonoscopia. Si no quieren decir capitalistas, dirán economía de mercados, si no quieren decir países pobres, dirán países en vías de desarrollo, las personas pobres son de bajos recursos, a los trabajos miserables le llamarán empleo informal, a la migración forzada le dirán movilidad exterior y a la resección le dirán crecimiento negativo. 


En consecuencia, la sugerencia es que, jamás, nunca, escuche a un político de ningún partido, diga lo que diga, hable lo que hable, ninguno, porque no se salva nadie, todos son iguales.


La neolengua es un concepto introducido por Orwell en su novela 1984. Era la herramienta que utilizaba el estado opresor de Oceanía, para reducir la capacidad intelectual de sus ciudadanos, reduciendo a su vez el número de palabras que tenía el idioma que hablaban. Básicamente, lo que hace X y lo que hace el sistema educativo formal, que evita la capacidad de argumentación y la discusión de las ideas, incluyendo los niveles superiores.


En el plan que se ha urdido,  y que sido diseñado para volvernos totalmente manipulables, sin capacidad mínima alguna, para refutar nada, en el epicentro, está el sistema educativo, incluyendo los maestros, quienes ya han sido formados por el propio sistema, y donde la estupidez se acentúa de una manera espantosa.


Finalmente, algunos podrán encontrar que estos conceptos  parten de un sujeto narcisista,creído o pedante, quizás tengan razón y podrían también encontrar un contraargumento válido para todo lo que he expuesto, puedo escucharlo, pero cualquier intento de hacer valer una irracionalidad fundamentada en el argumento de que los nuevos tiempos obligan al cambio y en los derechos igualitarios de la gente, no pasaré de escucharlo, porque es también mi obligación. Si en realidad alguien me acusa se pedante, claro que lo soy y me jacto  de ello, de mis adverbios pentasílabos, de mis cadencias se adjetivos y de la enorme cantidad de palabras que he aprendido en las olvidadas noches de los tiempos que empleo en leer y de crearme mi propias ideas y conceptos de ello, porque las palabras modelan mi capacidad de comprender el mundo en que vivo y de rechazar los conceptos aberrantes de la neolengua política de hoy. Cuantas más palabras empleo, más extensas serán las fuentes de aquello que conozco.


Podrán arrebatarme todo, pero jamás podrán arrebatarme, las palabras que he aprendido, con las que puedo construir mis propias ideas para mejorar mi mundo y los argumentos con los que puedo explicarlas.


Con la colaboración no concentida de Fabián Barrios.


Opaito.


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