Hay que saber cuando detenerse

Hay que saber cuando detenerse.

En 1812, después de haber sido derrotado Napoleón Bonaparte por el ejército ruso. (Algunos atribuyen con la ayuda del frío invierno Siberiano), la Grande Armée fue devastada por los elementos naturales y la intervención audaz del ejército Siberiano, antes de llegar a Krasnoi.

De un ejército de 691,500 hombres, el mayor hasta ese momento, se estima que regresaron unos 100,000. Napoleón, con la confianza y la determinación diezmada, que había mostrado toda su vida y un con un ejército reducido y desmoralizado, decide enfrentarse a la coalición de ejércitos formada por Neerlandeses, Alemanes y Prusianos, en la conocida batalla de Waterloo. 

Aun con su Grande Armée ya reducida, algunos atribuyen que en Gran Napoleón, pudo haber ganado la batalla, pero la falta de seguridad y de confianza le hizo dudar y no decidió a tiempo. 

De esta experiencia y otras vividas por Napoleón en su agitada vida, surge una frase suya, que dice: "saber cuándo detenerse es tan importante como saber cuándo avanzar", y que para mí conjuntamente con otra frase de Benito Juárez, cito: "entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz", constituyen ambas, perdón a Dios si blasfemo, dos Salmos por encima de la Biblia. 

El preámbulo sirve para explicar lo que trató a continuación. 

A propósito del lamentable y fatídico fallecimiento del ministro Jorge Mera, un grupo de periodistas, haciendo su trabajo y en un ejercicio, que se supone libre, pero racional, cuestionaron a la procuradora Mirian Germán, requiriendo información sobre el hecho, a lo que ella reaccionó de manera no muy cortés con un "no atosiguen, sean prudente". 

En el medio periodístico, la respuesta no fue bien recibida y generó cierto malestar e incluso algunos reconocidos jeques del periodismo, le endilgaron ciertas deudas, anotadas en el libro de los favores de Paulo Cohelo "El Zahir", por haberla defendido en aquel caso en la que fue maltratada por Jean Alain. 

Los periodistas dominicanos, quizás se de en otros países, pero este es que me toca, en su agrandado ego y su afán por la primacía y la primicia, saben siempre cuando avanzar pero nunca a detenerse. Han descubierto lo mismo que descubrieron los exponentes del generó urbano, que como a la población común, que ya son mayoría como lo pronosticó Facundo, los pendejos, los estúpidos, le gusta el morbo, lo vulgar, lo sensacionalista, el chisme, lo gráfico, la exposición desmedida, en fin, la falta de prudencia, convierten la información en una mercancía para generar dinero, pero el objeto se pierde y eso los convierte en malos, muy malos periodistas. Ryszard Kapuscinski decía que "Las malas personas, no pueden ser buenos periodistas". 

El ejercicio de la profesión del periodismo ha dejado de ser un oficio noble y se ha convertido en una actividad económica, donde predomina el chantaje, la simulación, la opulencia, el ego desmedido, la petulancia. 

La prudencia enseña a ser prudente, forma la conciencia cuando debe uno detenerse, igualmente a respetar el derecho ajeno, que trae consigo la paz entre los individuos. 

Particularmente, a Miriam le cuestiono algunas cosas, para mí no es 100% potable, pero, ella tiene razón. Señores mercaderes del periodismo, usen el sentido común. 

Bernardo975@hotmail.com 

Opaito.

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