La doble moral

 Siempre me ha llamado curiosidad el hecho del porqué es una cualidad tan frecuentemente común entre los hombres y mujeres racionales, la simulación, la ambigüedad, la falta de convicciones fuertes. El hecho de estar actualmente leyendo a Zigmung Bauman, "La Modernidad Liquida", en la que se explica, de alguna manera las posiciones tan cambiantes que a menudo adoptan los hombres según las conveniencias, así como también las razones, me ha llevado a plantearme lo que ahora me inquieta.


Artur Shopenhauer, dice "que predicar la moral es fácil, mucho más fácil que ajustar la vida a la moral que se predica", y es cierto, la doble moral en la humanidad es una cuestión común y frecuente en todas sus actividades: religión, política, economía. En la única cosa que no se puede practicar la doble moral es cuando se ama de verdad, aunque se intente. La doble moral en el amor es como si te jugara a ti mismo una trampa. Cuando me refiero a "hombres", término inclusivo que debe referirse también las mujeres, pero como la igualdad es hoy una tendencia, exigible incluso, deben las mujeres señalarse con el término que indica su género o su sexo, para ser completamente inclusivo. 


La condición tramposa de las actuaciones humanas han evolucionado con ellos desde sus orígenes, y claro, conforme el hombre desarrolla su capacidad, se vuelven más sofisticados sus métodos y maniobras para el engaño. Casi de manera imperceptible las víctimas, sin darse cuenta, se conducen sonrientes y satisfechas hacia su lugar de exterminio. Quizás por eso Dostoyevski decía que no era bueno tener demasiado conciencia de las cosas. Talvez es mejor ser engañado y no tener constancia de ello. El origen del engaño, que se tenga documentación de ello, es referida por la biblia, Génesis 3:6, y está involucrada una mujer. Cuando Eva es seducida por la serpiente y come del árbol del conocimiento, habiendo conocido y haciéndose consciente del bien y del mal, con la idea de no condenarse sola, induce a Adán por medio del engaño a que también coma. De modo que el engaño, la doble, moral, la simulación, son atributos del ser humano, exagerando un poco, que parten de su condición biológica, porque los han acompañado durante toda la vida.


Habrán ocasiones en que el engaño puede justificarse, cuando se trate de la supervivencia. Cuando Eva engaña a Adán, en su subconsciente, porque ya tenía conciencia, y haciendo una auditoria forense del evento, lo hizo no solamente para no irse al infierno sola, sino porque debía asegurar la supervivencia y ella era parte importante en la tarea. En la normativa penal los delitos cometidos con el fin de preservar la supervivencia son eximidos. Los ingleses y la sociedad capitalista de hoy, por ejemplo, justifican las actuaciones de su líder y hombre considerado aun un referente, Winston Churchill, las hambrunas de Bengala en la que murieron más de 3MM de seres humanos, porque ellos tenían que asegurar su supervivencia. Juzgue el argumento. Igualmente en la Ley Divina, los pecados que se comenten con el fin de asegurar la supervivencia son eximente de pena, como las hijas de Lot.


La condición tramposa de la mujer y del hombre para ser inclusivo y por orden cronológico de sucesos, el engaño es primero propio de la mujer, se desarrolla y evoluciona con ellos desde sus inicios. El egoísmo y la falsedad, no son culturales; son puro instinto. Obedecen a un centro ubicado en la médula del cerebro, donde radican los impulsos primitivos. Datan de cuando el hombre era carroñero y debía hartarse ante la inseguridad de conseguir su próximo despojo. Así por ejemplo, en las lógica neoliberales se entiende que, los mercados se pueden autorregular por la competencia de la oferta y la demanda, sin la más mínima regulación externa proveniente del gobierno. Algo totalmente erróneo con esas condiciones que adornan al hombre.


Creo también que la doble moral de las mujeres y hombres, es porque admiramos las cualidades de la buena moral pero adoramos el resultado de la trampa, John Steinbeck, el de Las Uvas de la Ira, dice que "Las cosas que admiramos en los hombres, ternura, generosidad, franqueza, honestidad, comprensión y sentimientos son concomitantemente con el fracaso en nuestro sistema. De modo contrario, aquellos rasgos que detestamos, dureza, codicia, materialismo  mezquindad, egoísmo e interés propio, son los rasgos que comúnmente acompañan al éxito. Mientras los hombres admiran la calidad de las primeras, aman el resultado de lo segundo.


En el caso del hombre cuando valora una mujer, prefiere en ellas esas virtudes a las que se refiere Steinbeck, sin embargo prefiere el resultado de la mujer mala, la bandida, igual que el hombre que al momento de elegir pareja puso a prueba tres opciones posibles: a cada una de las mujeres les regaló 1000 dólares, la primera regresó y le dijo, fui y me gaste lo que me diste poniéndome hermosa para ti, porque te amo; la segunda además de ella, compró cosas para su amante y de regreso, dijo compre estas cosas para mi estas para ti, porque te amo; la tercera regresó y le dijo, aca tiene lo que me regalaste, porqué lo inverti en la bolsa de valores y quiero asegurar contigo una estabilidad económica porque te amo. Al final el hombre después de sopesar las tres opciones, eligió aquella que tenía el trasero más grande. Es lamentable que admiremos esas virtudes y condiciones de la mujer, pero el resultado que nos gusta son los que provienen de mujeres con mucho culo y sin nada en la cabeza, que solamente son útiles para meterle muchas cabezas por el culo.


Hay otra versión mejorada de este texto, dedicada para los de doble moral, al que se les extrajeron las últimas líneas, porque quizás le parezcan ofensivas.


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