La ignorancia y la felicidad

La ignorancia y la felicidad.


La ignorancia tiene una relación directa con la felicidad. Esto es así, porque el ignorante al vivir en un estado de desconexión con la realidad que habita, le permite vivir totalmente descuidado e inconsciente del mundo. No le preocupa su porvenir ni su pasado, viven el momento.  La gran mayoría de las personas pensantes relacionan la felicidad con las cosas sencillas, lo común, la cotidianidad, esas que ocurren en tu andar por la vida y no con las que ocurren al llegar a la meta. La felicidad son pequeños momentos que pasan en el instante sin importar la tristeza que trae consigo un mal pasado ni la incertidumbre de un futuro incierto. Fiodor Dostoievski decía que “tener demasiada conciencia de las cosas es una verdadera y auténtica enfermedad”, igualmente Charles Bukowski, dice que “la tristeza está relacionada con el conocimiento, mientras más conoce ciertas cosas, más desearía no haberla conocido”. En mis propias palabras, expresadas igual que la felicidad, como las cosas que pasan espontáneamente y de manera común, "no hay una cosa más feliz que un loco", si observa su forma de vida, verá cómo viven, sin perturbación ninguna, totalmente enajenado de su pasado, de su futuro y hasta de su propia realidad. Séneca decía que “Para ser felices hay que eliminar dos cosas: el temor de un mal futuro y el recuerdo de un mal pasado; este aún no nos concierne y el otro aún no nos afecta”, pero olvidar el pasado e ignorar el futuro no es para hombres racionales.


El razonamiento del primer párrafo, tiene una conexión afirmativa con los planteamientos religiosos, que atribuyen unos privilegios otorgados por Dios al hombre al momento de haberlo creado, entre los que se destacan la felicidad plena y la vida eterna. Todo aquel con capacidad mínima de juicio, apartado de la fe, sabe que nada es eterno y que el hombre como todo, debía cumplir con el ciclo de la vida, nacer, crecer y morir.  Aunque Dios lo prometió en su pacto inicial con el hombre, y luego al enviar su hijo a la tierra lo reafirma en Juan 10:28-30. Pero Mateo 24:2, dice “¿Veis todo esto? Os aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado”. Más allá del planteamiento bíblico, la ciencia ha demostrado que el ciclo de la vida se cumple en todos los seres vivos, la diferencia del criterio de perpetuidad de las cosas que suponemos eternas radica en sus tiempos. Dios creó al hombre para que fuera feliz y tuviera vida eterna. Esa vida eterna era quizás solo espiritual y no física, porque no podía ser de otra manera. Lo que quería el creador, era que el hombre al ser un completo ignorante no sufra la tristeza de la muerte.


Este juicio lo evidencia el libro de  Genesis 2:16-17 que nos dice -Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: "De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás”. El hombre de todas formas moriría pero no iba a llegar a saberlo. Moriría sin saber que murió, los que le sobreviven lo entenderían como un proceso propio del ciclo de vida, sin culpa, sin pena, sin gloria, sin infierno, sin castigo. Igualmente como sostiene el derecho penal al momento de establecer responsabilidad y culpa. Se evalúan los elementos de conciencia del individuo al momento de cometer el hecho.


Dios no quería que el hombre obtenga conocimiento porque lo quería feliz, sin conciencia alguna de la muerte, ni del bien ni del mal,  pues de lo que no se tiene conciencia no existe, es por esto que desde la creación del hombre se asocia la felicidad con la ignorancia. Igualmente como se asocia la desobediencia con el conocimiento. La muerte iba a sorprender al hombre convencido que su vida era eterna, sin saberlo, como mueren los animales, quizás con el instinto que acompaña a todos los seres vivos en preservar la vida, pero sin conciencia de la muerte.


En la actualidad se entiende que el conocimiento y la razón son cualidades del hombre moderno, sin embargo, existen personas vivas, sin conciencia o muy poca conciencia. Solo han alcanzado a tener conciencia de la muerte, pero de nada más, y sólo cuando esta la llega,  por eso actúan como imbéciles contribuyendo a todo lo que causa de su propio exterminio. 


Quienes plantean la educación y el conocimiento como la única forma de lograr la libertad, no es que estén equivocados, el error en mi opinión está, en que asocian la libertad con la felicidad, la libertad a diferencia de la felicidad, es que la primera tiene dependencia directa con el medio, la felicidad es solo subjetiva, es unipersonal, decisiva. La educación provee la libertad y el conocimiento para que el que tiene éste privilegio no esclavice a los demás, ni los engañe. Así es que ya que los humanos decidimos jodernos la vida adquiriendo conocimiento y haciéndonos consciente de nuestros actos, no nos queda otra vía que hacernos consciente de ellos, y eso solo se logra a través de más conocimiento.  Solo quienes saben, entienden que, el daño al medio ambiente es un daño a ti mismo, saben que el crecimiento demográfico del hombre, crea un desequilibrio letal que un día acabará toda la especie. Este es para mi, el infierno que se avecina. 


He de reconocer, y no hay forma posible de no hacerlo, porque las evidencias son numerosas, de los avances con los que ha contribuido la religión a la formación del hombre, sin embargo, existen elementos cuestionables que a las religiones no les permiten, o le han limitado en su contribución con el conocimiento: el precepto moral, basado en la Fé ciega sin cuestionamiento, llena de certezas y; que las iglesias iniciaron el proceso formativo del hombre de manera premeditada y dirigida, no para hacerlo libre, sino para controlarlo y mantenerlo cautivo. 


La estupidez humana le llevará a su exterminio. Quizás no debería preocuparnos, los que hemos entendido,  con la modestia incluida, y dejar que los ignorantes corran como manadas al precipicio, pero, concluyo con estas dos joyas de Einsten, y debo, para que no me acusen de pedante, incluir de nuevo lo potentados de mis virtudes: "Quién tiene el privilegio de saber, tiene la obligación de enseñar", "Cuando te mueres, no sabes que estás muerto, no sufres por ello, pero es duro para el resto. Lo mismo pasa cuando eres imbécil".


Fin 


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