La sicología y el progresismo

 La sicología y el progresismo.


No soy de derecha ni de izquierda, no soy capitalista pero menos comunista, no soy progresista pero tampoco conservador. Me considero equilibrado, al menos en estos juicios, tengo mis inclinaciones débiles a ciertos aspectos de la vida, pero quienes me leen y conocen saben cuales, no las detallare. 


Tengo una predisposición con los psicólogos, al menos lo de mi país, de ellos debo hablar, cuestionar, inquirir, criticar, sugerirle, porque son los que con sus acciones, actuaciones, pareceres y argumentos, impactan la vida de las personas con las que comparto mi entorno y de paso la mía. A mi directamente me impacta muy poco, pues, igual que los testigos de jehová, su capacidad de convencimiento conmigo es casi nula.


Hay una similitud entre lo que enseña la sicología y la corriente progresista del momento, pues ambos por igual, justifican las conductas disociadas de los inadaptados, proponiendo una tolerancia sin límites, para ser inclusivos, pretendiendo llevar la norma hasta el individuo y no el individuo a la norma. Resultado de esto, cada día tenemos una sociedad, más dividida, menos comprendida, menos comprometida, más débil, más inútil, porque les enseñamos que no son responsables de sus acciones, que siempre hay una justificación y la culpa está en el extraño. 


El progresismo fomenta el odio y la negación del propio individuo, procura compensar derechos negados a través de la historia otorgando una avalancha de privilegios a grupos sociales que durante la evolución histórica fueron excluidos, cometiendo el mismo error que pretenden enmendar, pues los derechos no se compensan, porque pretender hacerlo fomenta el mismo desequilibrio que se quiere emparejar. "El progresismo es la religión del autoaborrecimiento. Le enseña a los blancos a odiar su raza, a los niños a odiar su sexo, a la mujer a odiar su femineidad, a los patriotas a

odiar su país y a Occidente a odiar su historia. Qué cosa más despreciable y tóxica esta". Matt Walsh.


Parte de lo que trató en este artículo, se deben a experiencias mal o bien vividas,  pero sentidas de primera mano, otras tantas movida por el interés que me provocaba la inquietud del tema. Lo que expongo no es producto de improvisaciones, se trata de situaciones muy vividas con un hijo que tengo, con el que pasé las mil y una noche, desafiando todas las adversidades, pero me mantuve firme. Hoy no me arrepiento de haberlo hecho, más aún por los resultados que estoy teniendo. Visité varios consultorios y especialistas de la conducta y cada uno me defraudó más. Los psicólogos, al menos los que trate, y creo que es la tendencia, siempre tratan a los individuos con un manual generalizado para tratar asuntos de la mente humana, una cosa que si bien, biológicamente son iguales, sus manifestaciones son únicas. Pará mí ese es el error.


Es probable, que el primer progresista sin saberlo, haya sido Sigmun Freud, y de ahí la tendencia psicológica, pues este padre del psicoanálisis sostiene, en unas de sus 5 teorías sobre la personalidad que: “Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la que son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así, y algunas veces es imposible cambiarlos”, Freud justifica los hechos en eventos que alguna vez pasaron y esto lo llevó de ser cercano a Carl Gustaf Jung, a ser totalmente contrarios. Freud creía que el inconsciente posee las pulsiones primitivas y reprimidas del ser humano. Jung creía que en el inconsciente está todo aquello que hace al hombre un ser creativo en búsqueda de su autodesarrollo.


La posición de Freud y tendencia psicológica moderna, progresista por demás, es que el individuo no es culpable de ser un antisocial, un disociado insatisfecho, culpable es la sociedad que lo empujó hasta allá y por eso tiene que ser tolerante con él, tiene similitud con la escuela positiva del derecho penal, representadas por Cesare Lombroso, Rafael Garofalo y Enrico Ferry, que atribuyen la responsabilidad criminal del individuo a elementos exógenos, e igual afinidad con lo que plantea Ortega y Gasset, de qué son las circunstancias que forman al hombre. Yo habiendo leído un poco a Gasset, lo doy como mal interpretado, porque si bien es cierto, que las circunstancias te definen, estas no son sólo externas, las circunstancias internas también cuentan, y deben definirte mejor como individuo, pero claro es mejor culpar a alguien del fracaso. El elemento extraño.


Aunque equilibrado como me defini, tengo más afinidad con la escuela clásica del derecho penal, representada por Beccaria, Romanogsi, Luchini, Pessini y Carrara, que atribuyen la condición del delito al libre albedrío y a los elementos endógenos que dependen del individuo para cometer un delito, por eso, lejos de ser un Freudiano, me considero Junganiano, soy de la luz, aunque la luz duela, porque "No es posible despertar la conciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por más absurda que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad".

Carl Jung


http://Opaitord.blogspot.com

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Hoy todos somos Marileidy

La esperanza no es lo mismo que el optimismo.

La culpa la tiene la policía.