El desequilibrio

 El desequilibrio social 


La sociedad humana ha transitado desde un punto extremo a otro en su evolución. La historia humana y sus acontecimientos son cíclicos y todo lo que está pasando ya ha pasado alguna vez por lo menos. Lo que ocurre con nosotros es que no observamos ni aprendemos de lo que nos acontece, no capitalizamos el conocimiento del error y muy pocas veces las del éxito. En esos periodos entre un evento y otro, unos son relativamente cortos y quizás probablemente en una vida, más o menos promedio, exista la oportunidad de poder observar dos o más eventos, quizás solo uno, quizás ninguno. Particularmente estoy convencido de que todo es cíclico. El nacimiento de Jesucristo, el surgimiento de Alá y Mahoma, de Siddhartha Gautama (el Buda) o de cualquier otro otro líder religioso, es cíclico. Cada día aparecen nuevos líderes que fundan religiones y que pueden con el tiempo, ser referentes tan grandes como los tres principales que hoy existen, sin embargo, es probable que esto no pueda ser comprobado ni por quien escribe ni por quien lea. Quizás en un futuro, no hablemos ni de Jesucristo, ni de Mahoma ni de Buda, los protagonistas de la historia religiosa serán otros, quizás estemos hablando de cualquier otra de las religiones emergentes que existen: bahaísmo, neopaganismo, taoísmo, sintoísmo, sijismo, brahmanismo, jainismo, ayyavazhi, wicca, e iglesia nativa polaca.


Algunos de los ciclos de la evolución podrán durar miles de años y pueden incluso iniciar con una evolución progresiva, positiva, pero como la humanidad camina desde un punto extremo a otro, luego se subir a su punto de inflexión en la subida evolutiva, pase a un punto involutivo negativo, como los que vemos a diario en la calle 42 del sector Capotillo, este retroceso evolutivo es capaz de crear una descompresión tan grande de la realidad, que va sin duda a conducirnos al raquitismo social y que puede dar al traste con la existencia de la raza humana. El hombre acabará pronto con su especie.


Cuando esta sociedad se extinga en su estupidez, luego es probable que surja otra sociedad, con una teoría sobre su origen distinto, otro Adán y quizás en esta ocasión Eva no sea tan hija de puta, y el Satanás que conozcamos sea un político prominente, que se decidió a cambiar el mundo, después de haber llegado a gobernarlo por la vía democrática. En fin todo es cíclico.


Si se analizan los eventos trascendentes de la historia humana, se podrá comprobar que el hombre sólo ha vivido una vida más o menos plena cuando el péndulo evolutivo ha alcanzado brevemente el equilibrio. Las sociedades que más han permanecido escribiendo y marcando la historia humana son aquellas que se han consolidado sobre la base del equilibrio evolutivo, cuando este se ha roto desaparecen. Los grandes imperios han desaparecido en la medida que se produce una descompensación en uno o todos los elementos que componen la complicada relación social. La Revolución Francesa marcó un punto de equilibrio para la sociedad del derecho y las libertades. A partir de este acontecimiento fuimos evolucionando en la perfección de esta importante herramienta para garantizar la armonía social, sin embargo, ya entrado el nuevo milenio se comenzó a resquebrajar la estructura construida por importantes pensadores, que nos ofrecieron lo mejor de sus trabajos para perfeccionar normas de derecho equilibradas, pensadas, sin excesos. El mundo ha pasado de negar derechos fundamentales mínimos a grupos sociales a otorgar derechos absurdos, individuales a personas que no tienen la más mínima idea de lo que es un derecho y lo que esto supone. 


El exceso de derecho causa más daño que la negación de él. El exceso de tolerancia causa más daño que la intolerancia misma. La libertad implica responsabilidad y no es un concepto que puede explotarse hasta el desequilibrio de ser considerado libertinaje. Cierto que el hombre nace libre y debe ser libre, pero el hombre debe ser también responsable de los actos y del daño que ocasionan a los demás. Vivimos en una época donde el problema no es la negación de derechos, es el ejercicio abusivo de ellos, al amparo de unos aventajados que venden a estúpidos medianos, encargados de administrar el sistema judicial del mundo, la idea de que los derechos son absolutos y que deben garantizarse sin distinción y sin restricciones. Todo esto, porque la mano que mece la cuna, ha concebido el sistema para mantener los estúpidos conforme, sobre la base de la indisciplina y la complacencia, sumiéndose cada vez más en su estupidez, para manipularlos y mantenerlos oprimidos producto de su propia ignorancia.


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