Modernidad sin valores

 La modernidad sin valores.


"En los tiempos de mi abuela nada se echaba a la basura. Tampoco la experiencia. Un beso era casi único en la vida y se atesoraba. El dolor se guardaba con rigor para no olvidarlo. Así aprendieron de él. En los tiempos míos todo se consume, se rompe, se desecha".*

-Marcela Serrano-. Era una generación aquella la de mi abuela, en la que se podía vivir despacio, sin el consumo de energía en cosas que no valian la pena. En las que habia tiempo para charlar con un amigo o domesticar uno nuevo. Habia tiempo para observar lo maravilloso de la naturaleza, comprenderla un poco. Era una época en la que si se descomponía algo, se le buscaba arreglo, no acabar con ello desechándolo o abandonándolo. Eso incluía los objetos pero también las relaciones entre las personas. 


Las relaciones entre personas ya no son duraderas por que no se les valora más allá de la cantidad de veces para cuales puedan ser útiles, sin la necesidad de ser reparadas. Una vez ameritan ser restauradas se les desecha y se tiran.


Es una pena que esta sociedad líquida, moderna, aventajada, sin valores, en una notable inversión de las tradiciones, los exitosos, los encumbrados y poderosos de hoy son son quienes rechazan y evitan lo durable, mientras celebran lo efímero, en contraposición los que ocupan el lugar más bajo, contra todo pronóstico, mantienen su lucha desesperadas para lograr que sus frágiles, vulnerables y efímeras posesiones duren un poquito más y les rindan un servicio verdadero. Así como son nuestras relaciones con los objetos, igual nos da con las relaciones de personas, están marcadas por la desenfrenada velocidad de circulación, el reciclado, envejecimiento, descarte y reemplazo. La durabilidad, la confiabilidad, la certeza necesaria, fundamental en nuestro trato con lo demás, las cuales deben fortalecerse a través del compromiso, son asuntos carente de valor.

Es lamentable que el mercado, que criticaba Pepe Mujica, nos haya hecho esclavo del consumismo. Es una pena  que éste actúe como la contrapartida emocional del trabajo y de la familia. Para comprar lo que creen necesitar buscando dinero. Para ganar dinero trabajan más horas. Compensan la ausencia con regalos. Materializan el amor. Y así se repite el ciclo. Amor Líquido. Como refiere Zygmunt Bauman.


Es una pena, es lamentable, reconocer que el éxito esta en la velocidad, el cambio, en el uso y desecho de las cosas y de las personas. Quizas la razón para esto, esté en lo que dice Steinbeck en su obra Cannery Row *"Las cosas que admiramos en los hombres -la amabilidad y la generosidad, la franqueza, la honradez, la comprensión y la sensibilidad- son en nuestro sistema elementos concomitantes con el fracaso. Y aquellos rasgos que destetamos, dureza, codicia, mezquindad, materialismo, egoísmo, interes propio, son los rasgos del éxito. Mientras los hombres admiran la calidad de las primeras, aman el resultado de la segunda".* o quizás por lo dicho por Hemingway *"Las mejores personas poseen sensibilidad para la belleza, valor para enfrentar riesgos, disciplina para decir la verdad, capacidad para sacrificarse. Irónicamente, estas virtudes los hacen vulnerables; frecuentemente se les lastima, a veces se les destruye".


Quizás estas circunstancias nos han deshumanizado y al perder estas capacidades humanas que nos permitían apreciar el valor real de las cosas, perdimos la virtud de repararlas. Entonces como la humanidad se ha caracterizado por ciclos evolutivos, unos cortos, otros más largos, es muy probable que el picó de la evolución lo hayamos alcanzado y estemos involucionandos nuevamente hasta convertirnos en seres sin alma, sin capacidad alguna para valorar ninguna cosa, más allá de la satisfacción inmediata. Quizas entonces lo de Orwell en la "Rebelión de la Granja" sea una profecía al doblar la esquina, "Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro".

Opaitord.blogspot.com 

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