Vencer el miedo a la muerte.

 El hombre moderno ha desarrollado un conocimiento extraordinario en todas las areas de conocimiento, sin embargo no ha podido desprenderse del miedo. Del miedo a la muerte fundametalmente. Hemos sido capaces de superar muchos de los temores que asediaban en la oscuridad de nuestra primitiva vida, hemos conocido la luz, pero el miedo persiste con otras formas o figuras. Cuando logramos desemascarlo inventamos otras mascaras. El miedo no es que sea del todo perjudicial para la vida, si este proviene de peligros reales que debemos conciente y razonablemente equivar para continuar el camino de la vida conjuntamente con la muerte que acecha. Cuando el miedo proviene de las sensaciones que constituyen una verdadera amenaza a la supervivencia, nos ayuda a desarrollarnos y a orientar nuestras acciones en la busqueda de seguridad y protección, pero cuando proviene de peligros imaginarios, nos lleva al desequilibrio psicológico y nos arroja en la peor de las prisiones: la del encierro de la mente, que nos aísla del mundo y de la convivencia armoniosa con los demás. Entonces perdemos la capacidad de controlar el miedo y este comienza a controlarnos.


La ciencia no ha podido vencer el miedo existencial del hombre y, cada vez que desechamos algún miedo primitivo, inventamos otras formas de miedo: seguimos siendo seres mortales y somos conscientes de que nuestro destino final es la muerte, en donde se esconde la máxima incógnita del conocimiento y en donde se deposita el miedo supremo del ser humano: dejar de ser para perderse en la nada y ya no ser jamás.

Aunque la muerte es un peligro real y no imaginario, no tiene objeto que huyamos de ella. No hay que enfrentar la muerte porque es más fuerte nosotros, pero si debemos caminar con ella y hacerla nuestra aliada. Es la mejor manera de cohabitar la vida con ella y que no nos atormente hasta la muerte. Es la manera más conveniente porque no hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encontrarnos, cazarnos y cumplir su propósito. Desde que se nace, la muerte nos acompañará durante toda la vida hasta que algún día por cansancio o por casualidad, ya ella no quiera que se le acompañe en su camino.

Existen dos maneras de evitar el tormento de la muerte, que solo puede afligirnos mientras tengamos vida. Son las mismas que define Italo Calvino para evitar el infierno.

La una es la más fácil, y es no haciéndose conciente de la muerte, volviéndose completamente alma. Un loco, como lo refiere Bukowski. Dichosos aquellos que mueren sin hacerse conciente de la muerte, nunca la conocerán ni tampoco podrá atormentarle.

La otra manera es evitar el lamento de su persecución y arrebatarle su mayor ventaja sobre nosotros. Consiste en que adoptemos una actitud en todo opuesta a la que comúnmente adoptamos. No la hagamos extraña ni desconocida, por el contrario, frecuentemosla y establecazmos una relación de alianza con ella, tal como recomienda Maquiavelo. "Tus amigos mantenlo cerca. Tus enemigos aun mas cerca".

Como enemigo que es la muerte, no sabremos jamás donde nos esperará un día, así es que esperemosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre que aprende a morir, es libre del miedo a la muerte y por tanto deja de ser esclavo del miedo a ella.

Opaitord.blogspot.com

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La culpa la tiene la policía.

Trujillo.

La Neolengua política.