El pasado

 El pasado.


El pasado es un tiempo y es lo único de lo que tenemos certeza. No es pecado recordarlo cuando se recuerda el tiempo y no las cosas ni a las personas. Lo importante es recordar como eramos nostros en ese tiempo y lo que sentíamos. El pecado de recordar lo pasado es compararlo, porque el pasado nunca queda en el lugar donde creíamos haberlo dejado. Nadie se encuentra con la misma persona ni con su pasado dos veces, en cada encuentro la persona es otra o el lugar no es el mismo. Lo importante de nuestro pasado es que a pesar de los desagradables cambios que experimentan las personas o lugares con quienes nos toco vivir las experiencias, podamos continuar sintiendo las mismas cosas, sin perder la capacidad del asombro, de la emoción, del entusiasmo, porque aquellos que pierden estas virtudes se enfrían y terminan como los hombres que viven el mundo muertos.


El pasado debe suponer para todos un refugio, donde se regresa de buena gana, donde uno se  frota las manos y se sacude con la nostalgia, porque al final ¿Cuál es la verdadera existencia del pasado? No es más que lo que fue el presente una vez el presente ya ha pasado, no más que eso.


Quizas lo mejor de un mal pasado es  caminar, a lo mejor sin rumbo,  y aceptar paso a paso, la ingrávida fatalidad de coincidir en nuestros pasos, con algunos "hijoeputas". Antes esos fatales sucesos les recomiendo tener buena memoria y olvidar las ofensas, no estancarse por miedo a volver a coincidir con malas personas y tener la suficiente determinación para dejarlos atrás o dejar que se adelanten.


Opaito.

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