La belleza interior no envejece.

 La belleza interior no envejece.


La belleza tiene un carácter subjetivo, corresponde más a quien la aprecia que a quien la posee. Esta afirmación tiene sentido debido a que lo que para uno es bello no lo es necesariamente para otro. Lo bello se fundamenta en el interés y en la necesidad del sujeto que busca satisfacer su interés o la necesidad de aquello que cree bello. Aquellos que más necesidades tienen son quienes más aprecian la belleza, y ese es el objeto principal de la vida: no perder el interés en ella y la capacidad de apreciar lo que se considera bello.

Lo que es hermoso tiene, a su vez, una relación directa con la ilusión. Las ilusiones son el combustible que mantiene vivas las emociones, las cuales son las únicas manifestaciones humanas auténticas, porque se sienten en la piel antes de ser procesadas por el cerebro; cuando el cerebro viene a pensar, la piel ya sintió.

El único órgano del cuerpo que siente las emociones de manera autónoma y que no responde a un mandato previo del cerebro es la piel, por eso es tan difícil razonar con las emociones que se sienten en ella. Nacemos y construimos durante nuestros primeros años una cantidad de ilusiones que, al materializarse, alimentan las emociones que sentimos. Hay una relación directa entre la inocencia y la felicidad, porque quien es inocente está cargado de ilusiones; quizás sea por ello que quien es feliz es, en cierto modo, también iluso. Quizás por ello es que lo ilusorio sea una derivación de las ilusiones. La cara que reflejan nuestras emociones, encendidas por las ilusiones, es una de las más difíciles de fingir o de disimular, sus expresiones autenticas van desapareciendo a medida que desaparecen las ilusiones verdaderas, las infantiles; es señal de que la vida se apaga. Quien mantiene las ilusiones mantiene el combustible con el que se queman las emociones, el único sentimiento auténtico que mantiene la vida.

La belleza interior es la más auténtica porque es nuestra, no está condicionada a la subjetividad ajena, pero, por tratarse de algo interior, para que pueda apreciarse, debe permitirse que sea descubierta, debes permitir que se hurgue dentro de ti.

Las mujeres que solo posee belleza interior debe dejar que se lo metan, debe permitir que se hurgue dentro de ella en su búsqueda.

Opaito

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